Novedades

Como véis los pocos que seguís esto, ya se puede suscribir uno al blog y así saber cuando hay novedades usando uno de esos programas que te avisan cuando se publica algo nuevo. Tiene soporte RSS, pero vamos, esto no lo he inventado yo.

Así si dejo de escribir durante un año no tienes que estar entrando todos los días para ver si hay novedades, jejeje… que más quisiera yo que alguien aquí todos los días.

En fin…

the track

Ni las vendo, ni las regalo

Permanecía en silencio, con los dedos manchados del color verde de la esperanza. La misma que este año no salió por la lluvia. Junto a una ventana en medio de un corredor de piedras roídas por el tiempo. Desde allí se divisaba la entrada. Dos hermosas palmeras daban la bienvenida tropical a aquel lugar. Lugar de la sin razón y lo incoherente. Él sabía perfectamente que aquellas palmeras que le dieron la bienvenida sólo se despedirían de él si su corazón se paraba por completo durante un tiempo suficiente como para que alquien aquí lo interpretase como muerte. Sujetaba un cuaderno de láminas desgastado. Había reproducido aquellas palmeras ondeantes y ahora las comparaba como si estuviese buscando las siete diferencias de una hoja de pasatiempos.

Su cabeza estaba cubierta de canas, su piel curtida por el sol y la brisa del mar. Su mirada se escondía tras unas minúsculas gafas de cerca, fruto de una donación de algún alma caritativa que le habían venido que ni pintadas. Llevaba una camisa de cuadros con las mangas remangadas y un vaquero que alguien apartó de su armario y que la madre Carmen le había procurado hacía unos días.

Pese a que parecía estar ausente y ensimismado en su tarea junto al cristal, ajeno a cualquier cambio en el entorno, me dio las buenas tardes cuando llegué a su altura. Le contesté con una sonrisa a medias y lo observé un momento. Un ratito. Un instante de esos que en el cine parece que duran una eternidad. Curioseé entre su dibujo y me entretuve en sus manos manchadas y en el alféizar de la ventana repleto de ceras de colores cuidadosamente desordenadas.

Los hospitales me descomponían por dentro. Y los centros psiquiátricos aún generaban en mí más desazón, si cabe. Había venido a ver a mi hermano después del trabajo. Pasa algunos días custodiado por las palmeras en los cambios de estación. Su enfermedad se acentúa en los cambios de solsticio a equinoccio y viceversa. Se alegró de verme. Me dio dos besos y me dijo lo guapa que estaba, al tiempo que me sujetaba el hombro, y lo bien que me sentaba la ropa. Sus planes para dar la vuelta al mundo, para saborear cada uno de sus rincones y llenar su vida de buenos recuerdos. Atardeceres que filtraría por sus iris y guardaría para siempre en el lugar donde él guardaba sus sueños. Me contó su plan para la empresa de nuestro otro hermano, y un sinfín de historias más que me dieron una ligera idea de cómo se encontraba en realidad aquella tarde.

De pronto irrumpió en la habitación cargado con un sinfín de láminas aquel artista anónimo. Me las presentó para que las cogiera y correspondí alargando mis brazos. -Hola Fran, he pensado que a tu hermana le gustaría ver mis dibujos. Lo dijo si pestañear clavando su mirada en nosotros por encima de sus gafas de cerca. Pensé que se quedaría a escuchar mis impresiones o a explicar su obra. Nada más lejos de la realidad. Cuando levanté la vista después de reconocer la primera lámina él ya estaba en el umbral de la puerta. Frenó en seco y sujetando el marco de la puerta exclamó en voz alta, -Ni las vendo, ni las presto. Y desapareció sin más.

Las palmeras de la entrada eran la primera del montón. Eran una reproducción exacta. No había lugar para la duda. Aquel hombre era un verdadero maestro en el manejo de aquellas ceras de colores. Había sabido transmitir su movimiento, su robustez y su hermosura. La siguiente era una panorámica de la ciudad desde Gibralfaro con un sol que se bañaba en los tejados y jugaba en la Alameda. Y la siguiente un atardecer sobre el mar salpicado de amarillos, rojos intensos y destellos sobre las olas, luego una cascada envuelta por un paisaje amazónico, un molino de viento sobre un campo de trigo y un desierto de arena. Los sueños de mi hermano yacían sobre las láminas de aquel desconocido. La gran muralla china. Las pirámides de Egipto. Invité a mi hermano a compartir la presentación pero me dijo que ya las había visto ni se sabe las veces. Aun así me las fue sujetando según las pasaba para rehacer el montón. El Taj Mahal en India. Un paisaje helado. Una casa típica nipona con un jardín de bambú y un estanque con peces de colores. Una roca muy grande que está en Australia y de la que no recuerdo el nombre.

Se hizo de noche. Una enfermera entró para recordarme que el horario de visitas se había terminado hacía más de dos horas al tiempo que daba las pastillas a mi hermano y comprobaba que efectivamente la medicación hacía su viaje por el sistema digestivo y no por debajo de la cama. Rogué para que se saltase las estrictas normas y me autorizó con uno de esos formularios de sonrisa y guiño. Se lo devolví debidamente firmado y me recordó al marcharse la letra pequeña. -Por favor, no hagáis ruido o me meteréis en un buen lío. Para salir tengo que abrirte, búscame, estaré en el control.- Asentí pese a que conocía el código de la puerta y salió cerrando la puerta despacio.

Mi hermano acabó involucrándose en mi tarea al borde de la cama. Aderezó con mil historias cada una de los lugares, cada paisaje y cada atardecer contenido en aquellas láminas. Nuestras siluetas se fundieron en un hombro con hombro y cabeza con cabeza, como exhaustos por el largo camino. Y no sé si guardó en su corazón aquello. Yo por mi parte sí que lo hice. En cierto modo, aquella tarde y desde aquella habitación viajé con mi hermano por todo el planeta.

La vida

Esta es de esas chorradas que me mandan al correo. No sé por qué pero esta me ha hecho sonreír. Y acordarme de aquellos que pasan su vida cumpliendo un horario y unas normas, haciendo algo que para nada está escrito en sus corazones, mucho menos en su alma.

Un despido no es otra cosa que una oportunidad para recuperar tu vida.

GalloLa ventanaLa puertaLa granjaBelenMaquetaMaquetistaPortadaRevistaAburrimientoPiscinaCubiertaCruceroPublicidadCalleVentanaTelevisiónArizonaCartaCarteroPlayacabinapilotoavionetaislotestomando altura...alto... muy alto...nuestra casa...Dot

Los seres humanos somos unas criaturas muy pequeñas, no? Entonces no te preocupes tanto con todas las cosas, aprovecha cada momento, haz todo lo que desees hacer… Amplía tu mirada, amplía tu mente, No le dés tanta importancia a cosas que no las tiene, ni dediques tanto tiempo a cosas que te aburren, Aprovecha tu vida con amor, alegría y paz, Siéntete siempre feliz con cada día que nace… Aprovecha la puesta del Sol… Siempre mira el lado positivo de las cosas… Y ten la certeza, que siempre existe el lado positivo, aunque todo parezca un caos.

Y aunque todo parezca tan grande conforme la representación del pintor, todo es pequeño, no hagamos nuestros problemas tan grandes, pues existe algo mayor. ¡¡¡La vida!!!

Tal vez ganar más dinero no sea finalmente ganar más, puede que incluso todo lo contrario.

Regalo de mis amigos, directamente del mar…

La semana pasada estuve en el restaurante de mis amigos, Carlos y Laura, «El rincón de Merlín». Elaboran platos tradicionales y trabajan una cuidada cocina saludable.

Decidieron que era lo mejor para sus vidas. Me sorprendieron con unos exquisitos medallones de merluza, bien preparados en usa salsa salpicada por guisantes y gambas. Dios mío, si terminé con la cazuela y un sinfín de navíos de harina y sal prospeccionando el fondo hasta que sólo quedó precisamente eso, el fondo.
Siempre que puedo, me dejo caer para ser víctima de su compañía, de su conversación y de sus historias. Nada mejor que sus recetas como excusa para una agradable velada. Nunca pensé que comer saludable y degustar un exquisito menú pudiesen ser amigos delante de una misma mesa.
Gracias chicos!

Se coló por mi ventana

Parece que hoy alguien quiere conocer algo más de mí sin hacer preguntas. Espero que en mi no muy actualizada vida, encuentre al menos, un motivo para sonreír.

Esta tarde hace bueno, pero creo que toca levitar entre ventiladores.
Mañana empieza una semana de esas que empiezan un lunes y acaban un martes. El resto creo que toca paraíso terrenal.
Hasta mañana corazones.

Aranjuez. La princesa y el croisant gigante.

Mi impresora eligió mal día para morir. O tal vez yo, elegí mal día para imprimir. El ultimo día de plazo…

De camino me alcanzo la lluvia y los nervios y la incapacidad verbal mi atuendo en toda la velada. Sus ojos verdes podían clavarse cual flecha certera en tu alma, eclipsar su belleza a la de una princesa de las que narran los cuentos infantiles o hacer enmudecer al poeta mas elocuente. Sus cabellos derramaban improvisados tirabuzones sobre sus hombros y su boca era el fuego que necesitas en invierno y el hielo salvador en una calurosa tarde de verano.

Intente no parecer patético, mas el camino hacia mi cabeza estaba cerrado y dos bigardos flanqueaban la entrada. Mi estómago, igualmente cerrado. Si no que se lo digan a aquel croisant vegetal XXL. Me tuvieron que ayudar a terminar eso y la mayoría de mis frases.

No entregue la carta ni las flores. Aquella muchacha ya tenia su peli, patatas y refresco para las tardes de los sábados; y su diván; y su ajuar; y… en definitiva, el futuro que quería para sí. Y, además creo que lo que menos necesitaba era un Indiana Jones ido a menos, como yo. Por eso deje las cosas en su sitio. Es lo mejor que se puede hacer en estos casos. El resto se lo dejo al tiempo y al viento. Suelen poner siempre las cosas en su sitio. 😉

Salamanca

Otro sitio de gente noble y sonrisas al viento. Se me ocurrió ir con la vergüenza de la primera vez (aunque no era la primera) y la seguridad que dan los amigos en terreno conocido. Y allí conocí a Pepe y a Shino. Sin recordar que previamente había estado, esta vez de la mano del dueño, regresé al museo de coches antiguos. Ricardo andaba con prisas aquella tarde, y Tito y Ele pasaron buena parte del tiempo dormitando. El katrina no fue el huracán responsable de tal cansancio. Más bien fue el huracán Angelita.

Bueno, por lo menos fuimos a una tienda con solera, de las de toda la vida en España, a por una paellera que nos comimos juntos en el salon comedor despacho sala de juntas y otros menesteres de Pepe y Shino. Y paseamos por la ciudad. Y comimos otro día de maravilla en el claustro de la universidad, precios de estudiante que disfrutan los acaudalados profesores.

Ir con Tito por Salamanca es como ir con el rey de visita oficial. Tito conoce al 98% de la población salmantina. El camarero estuvo con Tito dando un curso de expertos en vinos hace algunos años y al recordarselo nos invitó el muchacho a una botella de buen sangre de toro, reservada para ocasiones especiales. Mientras comíamos llamaron de una empresa de seguridad para darle las gracias por su labor y para pedirle permiso para usar un proyecto que desarrolló para ellos de forma totalmente desinteresada. Y al salir, conocía también a la vigilante del recinto con la que charló durante un tiempo.

Cada esquina, cada callejuela, cada plaza, rincón o parque de esta ciudad tiene un «te acuerdas cuando…» que se dedican mutuamente Pepe y Tito entre risas, carcajadas limpias o apretando los labios en asentir de sus cabezas, que miran al horizonte atravesando la barra de madera maciza en aquel té, como añorando recuerdos de tiempos felices, de infancia, tardes al sol y camisas al viento. Renacen de nuevo historias de piratas que escucho con atención, atónito ante tanta información, tan inverosímil, tan fotográfica y a la vez tan alocada. Dos jinetes sobre aquellas motos que se dejaban la piel sobre el asfalto mientras cruzaban por la adolescencia de camino a Felicidad (provincia de La Buena Vida).

Y hubo tiempo para que Elena fuese la prima guapa de Malagón (que nunca tuve, por cierto) en aquel gimnasio para pijos que desgraciadamente no tenía toallas para uso común. Jejeje… Y también hubo tiempo para que Tito pusiese mi preciado hígado a la altura del paladar a fin de degustar su sabor inconfundible en una carrera por el infierno, el río, la universidad.

Y el domingo de este finde que dio para tantas y tantas cosas perdí la noción del tiempo y salí tardísimo de vuelta a casa. Que me perdonen los bienaventurados.

el café dormido

la muralla se presenta majestuosa tras los cristales, que en esta ocasión no dieron tregua al ladrillo. Vidrio desde el suelo hasta el techo para que la luz juegue a ser libre en este espacio minimalista o diáfano.

El centro de exposiciones recién inaugurado en Ávila deja un espacio abierto a la cultura, a la reunión, al diálogo.

Conversación y conspiración se cuelan entre sorbitos de una taza de café caliente. Se desliza el verso entre las corrientes y remolinos que se forman por los hielos y el limón de un vaso de tubo. Traición en forma de mancha en alguna camisa. Homenaje al bebedor confiado. Líquido que se escapa por la comisura de los labios del pecado, sin destino, ni rumbo, ni bandera.

Y quiere la noche sorprender al incauto y dejar que la compañía y la conversación se extingan, cual hoguera, en pro de la imaginación y prosa de un individuo sin pluma ni tintero, sin vocación ni formación, ni destreza ni sombrero. Enamorado del camino de la vida. Romántico por fascículos coleccionables al que sólo las ganas y la sinrazón lo animan y empujan al más estrepitoso de los ridículos (sin que le importe). Allí donde no cabe la vergüenza siempre crecen los árboles que nos dan sombra en verano.

Y si la risa irrumpe, socarrona o no, o en forma de carcajada anónima y perversa, guarde y dé Dios salud por muchos lustros a los ilustres, pues bien es sabido que la risa alarga la vida… incluso a los ateos más fervientes.

En invierno a falta de flores… preservativos de colores.

Parece que el invierno esta vez va en serio. Esta mañana nos sorprendió la nieve a los que no nos gusta que la información meteorológica nos joda las sorpresas.

Antes al trabajo, caminar como si hubiesen pasado cuarenta años y el reuma fuese nuestra mochila y entrañas. Cuidando cada paso como si de cristal fuesen nuestros huesos.

Cuidado con las caidas y con navegar por internet con la ventana abierta.

cuadernillos bruño nº 10

…recuerdo que ese martes no había pegado ojo. Era el último de una serie de días de insomnio programados. Era el último capitulo de la serie murcielagos a la caza del mosquito tigre.

La mañana empezó accidentada. Casi atropellan a un ser inerte y sin rumbo fijo y los únicos besos que sonaron en un principio, fueron los de dos coches en un semáforo. No aparecía, así que me aseguré un sitio al sol para esperar a la artista.

La artista tiene la frescura y belleza que da la juventud y un baúl con cientos de cosas interesantes. En su interior hay poemas, hay fragmentos, hay electricidad, magnetismo, en sus manos las marcas de su pasión por plasmar todo aquello que atrapa cuando sueña despierta o dormida.

En la escuela los artistas aprenden las técnicas que les permitirán dejar fluir el magma que llevan dentro, atraparlo o liberarlo, según se mire, para el deleite de todos o el suyo propio. Lo que quiero decir es que ya son artistas cuando llegan, cuando nacen, allí sólo aprenden a volar (requisito ante el que muchos seres son irreductibles, jejeje) a manejar complejas, antiguas y bellas técnicas de comunicación visual, sobre todo visual.

hubo al principio miedo, vergüenza, admiración y preguntas. Después risas, confesiones, albariño y raciones de bichitos marinos en su salsa. Café central y regreso al hogar. Para ella el principio de una buena jornada; para mí, el broche final.