A veces el destino me deja una nota para alegrarme el día. La otra mañana me la encontré. Llevaba puesta su radiante sonrisa a juego con el tono de su piel y en perfecta armonía con aquellas cejillas tan oportunas y elegantes.
Incluso me habló de un billete al borde de la extinción, eso sí, sin darse cuenta. Quería dar gracias al destino con esta breve reseña por dejarme sonrisas en las escaleras para que el día sea más llevadero.
La agenda es complicada, mas muy de vez en cuando, las lineas aciertan con un ápice de convergencia. Todo es imposible al unísono. Con un minúsculo trocito de papel arrugado me conformo. Tal vez pueda parecer efímero a simple vista, pero cuando el frasco es pequeño, con pocas gotas se colma.
Deseo su felicidad. De corazón. Y sólo le pido al destino que no se olvide de mi pequeño botecito de cristal soplado.