Iba a dar un toque de color a mi vida. Una nueva perspectiva del espacio y algo más de luz para la lúgubre y oscura cueva donde vivía desde hacía casi dos años. Pese a la intención, parecía un poco escéptico con la idea de que un mural en alguna de las paredes, llenaría de luz y alegría la sombría y olvidada.
Recuerdo el día que me instalé y los posteriores. En seguida la tristeza se apoderó de mi alma. Notas que falta luz y aunque abras todas las persianas, aunque apartes las cortinas, sólo se obtiene oscuridad. Los edificios altos tan próximos y la frondosidad del parque son el escenario perfecto. El sol da de refilón por las mañanas y deja una espada de luz sobre el parqué. Solía acompañar con una maceta alargada a aquel chorrito de luz directa como si fuese agua que se derrama sobre el suelo. Siempre que me acordaba iba desplazando la maceta para que toda la luz cayese dentro. Había plantado unos bulbos que me trajo Rubén de Amsterdam en uno de sus viajes relámpago. Fue en vano. Aquello no floreció finalmente. La intención era buena. Aparecieron fuertes brotes verdes sobre la arena oscura. Parecían desenroscarse y crecer cada día. Pero aquello no fue suficiente. Fallecieron lentamente y un montón de diminutos mosquitos acompañaron al féretro vestidos para la ocasión. Intenté sacar a la terraza las macetas para evitar que la invasión de mosquitos se quedara para siempre, pero la reja no estaba lo suficientemente alejada y la maceta colocada no permitía cerrar la ventana.
Aquello me remató del todo. Las plantas y sus flores hubiesen dado esperanza a aquello. La intención era buena, como casi siempre, pero el resultado no fue el esperado. Aquella tarde vendría para estudiar cada rincón e intentar sentir algo. Era necesario un sentimiento para empezar. La idea era que me pasase algún boceto para dar una especie de visto bueno que eximiese de la responsabilidad final.
Finalmente los ojos azules y cabellos dorados de algún mozo dejaron en el camino anonadada a la artista. Se disculpó apoyándose en la tecnología y no apareció. Esta casa está maldita. Su oscuridad te penetra y te atrapa. El optimismo y la vitalidad se secan. Las plantas van detrás… y yo soy el siguiente. Puede que una maldición pese sobre estas paredes y que no sea casualidad que ella no pudiese venir. Veremos a ver…