El suelo está fresquito de primeras. Se siente sobre la piel desnuda. Y su olor nos devuelve la infancia que yacía escondida. A esa distancia del suelo todo sabe distinto; todo huele distinto. Recorfontante. El observador sigue siendo el mismo. Afuera el sol derrite los cristales. Dentro, tu piel derrite la mía.