Solo, se despide de la tilde.

La RAE ya permite y de hecho aconseja que solo se deshaga de su tilde cuando equivale al adverbio de modo solamente.

solo se queda sin tilde

Así lo ha afirmado Salvador Gutierrez (miembro de la Real Academia Española) que dice que su uso recomendado ya no lleva tilde.

Y como no, al tratarse de un consejo o uso recomendado significa que escribir la tilde no será considerado una falta ortográfica puesto que no forma parte de las llamadas propuestas normativas.

Yo por mi parte seguiré haciendo uso de la tilde para denotar esa nostalgia por lo clásico, por lo antiguo y si se me permite, por lo bello.

Sólo espero no quedarme solo.

Una librería en Madrid donde puedes no pagar

 

Librería Libros Libres en Madrid

Librería Libros Libres en Madrid

En este nuevo establecimiento los libros son gratuitos; si quieres puedes contribuir con una ayuda o donando obras

El libro es, sin duda, el perfecto producto cultural anticrisis. No resulta demasiado caro y permite mucho tiempo de entretenimiento y formación, así que la ratio euros/hora sale bastante rentable, sin contar los demás beneficios que producen en el espíritu del lector. Y además, el libro no ha sufrido la brutal subida del IVA en la cultura. Pero, ¿y si hubiera una librería donde los libros fueran completamente gratuitos? ¿En qué cabeza cabe?

Puede parecer una locura, pero en eso consiste el proyecto Libros Libres (Covarrubias, 38) que lleva ya medio año dando que hablar en el madrileño barrio de Chamberí. Un espacio pequeño y acogedor con las paredes repletas de libros donde uno puede presentarse y elegir los volúmenes que quiera. Aquí no hacen falta guardias de seguridad, alarmas o arcos magnéticos: todo es gratis.

“Es un proyecto alejado de los vínculos económicos, puedes venir tengas dinero o no”, explica Alejando de León, uno de los promotores. “Queremos facilitar el acceso gratuito a la lectura y al cine [también tienen un videoclub en el que duerme un enorme oso panda de peluche]. Aquí los suscriptores no tienen ninguna ventaja sobre los no suscriptores. Los que no puedan permitirse pagar la suscripción, pueden venir igualmente”. La ayuda que piden es de 12 euros al año, es decir, un euro de nada al mes, lo que cuesta un café, que diría un político despistado. Como explican, no es necesario pagar si no se puede, pero hay gente solidaria que incluso decide ayudar con 50 o 100 euros. Por supuesto, también se puede colaborar donando libros, esta es una parte importante del flujo de volúmenes, o trayendo café, tarta o cualquier otra cosa rica. Necesitan 365 suscriptores para que el proyecto sea viable económicamente y continúe después del primer año de andadura. Y no va mal la cosa: en los primeros 12 días abiertos consiguieron más de 120 socios.

Una cosa que sorprende es la calidad de los libros que aquí se encuentran. Muchos de ellos fueron donados por fundaciones y editoriales, y no conforman el típico cementerio de libros sin interés y hechos polvo que se ven en otros locales con propuestas parecidas, como bares con bookcrossing en los que solo quedan residuos editoriales bastante tóxicos o destartaladas bibliotecas de asociaciones o centros sociales okupados. “La gente que viene no trae libros malos, trae libros interesantes, que piensan que pueden gustar a la gente, en buenas ediciones. No esos que nadie quiere tener en casa”, explica Elisa Ortega, otra de las promotoras. Libros de editoriales potentes, algunas novedades, y repartidos en diferentes secciones de Infantil a Poesía o Filosofía: “esta sección es continuamente reordenada por los estudiantes de filosofía que vienen, se ve que no soportan ver a Platón al lado de Ortega y Gasset…”, bromea De León.

Y es que la gente se entusiasma con este proyecto. Muchos se han ofrecido para trabajar voluntariamente en este espacio, donde uno puede además sentarse a leer en un mullido sofá o hacer consultas en un ordenador. La verdad es que es el lugar ideal para que se forme una espontánea tertulia de lectores habituales, como dice la leyenda que se forma en las buenas librerías en torno a un buen librero. Por lo pronto, los organizadores ya barajan la posibilidad de organizar talleres o proyecciones y abrir nuevas posibilidades para este espacio.

El proyecto está inspirado en The Book Thing of Baltimore, una gran librería gratuita en esta ciudad estadounidense. “Un hombre empezó recogiendo libros, los que consideraba buenos, y los vendía a unos 50 céntimos. Los guardaba en su garaje, pero tenía tantos que empezó a repartirlos de manera gratuita. Tanta gente se interesó por el proyecto que el garaje se le quedó pequeño y tuvo que mudarse a otro almacén. Ahora entran y salen de ese local miles de libros semanalmente. Se ha hecho muy famoso en la región”, explica Ortega. 150.000 libros por persona y día es el límite que se han puesto, en clave de humor, en The Book Thing.

En el caso madrileño, Libros Libres nació de la ONG Grupo 2013, un grupo de más de 100 voluntarios que se dedica a dar clases a niños con dificultades académicas (y de otros tipos) que sufren riesgo de exclusión social. En el extranjero colaboran con diferentes centros educativos, envían libros (dentro del proyecto Algo para leer, del que surgió la librería) y tienen a 125 niños becados en países como Nepal, Nicaragua, Colombia, etc.

¿Y qué piensa de esto el atemorizado sector librero y editorial? “Nosotros no nos vemos como competencia sino como complemento. Al final, la cultura genera más cultura, se fomenta el hábito de lectura. Algunas editoriales nos han donado libros y no hemos tenido quejas”, explican los libreros. Curiosamente Libros Libres se inauguró por las mismas fechas que se inauguró, con gran algarabía, el nuevo coloso de las librerías madrileñas, La Central de Callao.

Con la que está cayendo faltan las excusas para no pasarse por Libros Libres a liberar tus libros o a coger otros libros ya liberados. Y luego, a refugiarse a leer en un buen sofá mientras fuera el mundo se derrumba.

Enlace.

Cómo pelar un plátano

Mmm...El otro día vi en televisión cómo los monos pelan los plátanos. Curiosamente, los humanos lo hacemos por el lado contrario al que lo hacen ellos, es decir, por el «rabito». Sin embargo, he probado a hacerlo como ellos y es mucho más fácil.

La conclusión a la que llego con esto es que los humanos tendemos a hacer difícil lo fácil e imposible lo complicado.

Probadlo y me contáis.